CISMID y la Gestión de Riesgo de Desastres

El 13 de octubre es un día para recordarle al mundo que el riesgo de desastres es creado por el ser humano. La Asamblea General de las Naciones Unidas lo designó como el Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres (DIRRD), cuyo propósito es promover una cultura mundial de prevención, mitigación y preparación. La meta de este año es promover el acceso a sistemas de alerta temprana e información sobre amenazas. Se espera lograr que, en el plazo de cinco años, todas las personas del planeta estén protegidas frente a desastres con la aplicación de estas medidas. Las estrategias nacionales y locales deben estar en marcha para lograr la meta (g) del Marco de Sendai, suscrita por el Perú el año 2015.

En 2023, el Día Internacional se centrará en la relación recíproca entre la desigualdad y la vulnerabilidad ante los desastres: mientras que el acceso desigual a servicios como la financiación y los seguros deja a las personas con mayor riesgo expuestas al peligro, los impactos de estos desastres exacerban la desigualdad, empujando a los grupos de mayor riesgo a una mayor pobreza.

La desigualdad crea las condiciones que llevan a las personas a estar expuestas y ser vulnerables a las catástrofes, y las catástrofes también afectan de manera desproporcionada a los más pobres y a los que corren más riesgos, fomentando así la desigualdad. Para reducir la vulnerabilidad a las catástrofes es necesario abordar estas dimensiones. En 2030, con las proyecciones climáticas actuales, el mundo se enfrentará a unas 560 catástrofes al año. Según UNDRR, se calcula que 37,6 millones de personas más vivirán en condiciones de extrema pobreza debido a los efectos del cambio climático y las catástrofes de aquí a 2030. En el peor de los casos, el cambio climático y las catástrofes sumirán en la pobreza a otros 100,7 millones de personas de aquí a 2030. Es necesario romper el ciclo de catástrofe > desigualdad creciente > repetición.

Según un reporte de la Oficina de Naciones Unidas para la Reducción de Riesgo de Desastres (UNDRR), la mitad de los países del mundo han reportado tener un sistema de alerta multipeligro. Entre los países menos desarrollados y pequeñas islas en vías de desarrollo, los números son aún más bajos.  Sólo las pandemias matan más que los terremotos y tsunamis. Las alertas tempranas y la planificación informada sobre los riesgos de la infraestructura crítica son vitales en lugares expuestos a estos peligros.

«La pandemia de COVID-19 bien podría ser la prueba final que necesitábamos para entender que vivimos en un periodo en el que nuestras acciones e inacciones han llevado al planeta más allá de los límites. Debemos poner la resiliencia en el corazón de la recuperación».

Mami Mizutori, Representante Especial del Secretario General de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres

El Estado peruano cuenta con un sistema, política y Plan Nacional de Gestión de Riesgo de Desastres (PLANAGERD), recientemente actualizado considerando metas hacia el año 2030, con entidades asesoras como CENEPRED e INDECI. Muchas de las acciones estratégicas cuentan con un importante porcentaje de avances.

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Los eventos meteorológicos extremos han aumentado un 80 % en los últimos veinte años, afirma la UNDRR. La resiliencia de nuestros edificios, infraestructuras y carreteras, que conectan nuestras sociedades y las mantienen en funcionamiento, será puesta a prueba. Esta es la razón por la que tenemos que construir responsablemente, usando códigos de construcción resistentes a los peligros, con planificación de uso del suelo y regulación del medio ambiente. CISMID, con su aporte académico e investigativo, continúa desarrollando lineamientos  para el reglamento general de edificaciones, que constituyen las normas técnicas que requiere toda infraestructura en el país; estudiando proyectos de alerta temprana en caso de sismo y tsunami; y elaborando sistemas para predecir  mapas de daño con base en inteligencia artificial.

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Una buena gobernanza del RRD se manifiesta en el número de vidas salvadas, la disminución de las personas afectadas y la reducción de pérdidas económicas. Debemos actuar de manera colectiva, evitar crear nuevos riesgos, y reducir de manera sistemática los riesgos existentes. Grandes cambios pueden ser logrados mediante la planificación cuidadosa y coordinada diseñada para reducir la exposición y la vulnerabilidad de las personas a los daños; mayores inversiones en la recopilación y el uso de datos multidimensionales, tanto para comprender mejor los impactos desproporcionados de los desastres y la exposición a los mismos, como para informar los planes de creación de resiliencia; acelerar la puesta en marcha de iniciativas Alerta Temprana; entre otros recursos.

Todos somos actores de la reducción del riesgo de desastres, de ello depende el éxito de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, para lograr construir una sociedad resiliente.

 

Bibliografía: UNDRR (2023) Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastre 2023

 

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